jueves, 20 de enero de 2022

La deuda de Valladolid y España con Faustino Antonio Camazón

 



Todos sus compañeros extranjeros y quienes colaboraron con ellos han sido justamente honrados y reconocidos. Calles, estatuas, placas les han sido dedicadas como testimonios evocadores que perpetuasen la memoria de un equipo de ciudadanos europeos a los que tanto debe la consolidación de la democracia europea debida a  la inteligencia y el enorme esfuerzo realizado durante la Segunda Guerra Mundial. Mas en ese grupo las acciones desplegadas por los españoles permanecen aún sumidas en el desconocimiento que alimenta la indiferencia y el olvido. Me refiero a los siete ciudadanos españoles que participaron activamente, y con resultados espectaculares, en el descifrado de los códigos encriptados que los nazis utilizaban mediante la máquina electromecánica Enigma de cifrado rotativo.  

Dentro de este grupo cobra especial relevancia la labor llevada a cabo por Faustino Antonio Camazón Valentín como una de las figuras más destacadas en la historia del espionaje europeo. Nacido el 5 de junio de 1901 en la calle de Las Damas en Valladolid (averiguación realizada por mí en el Registro Civil), su experiencia vital pone al descubierto las cualidades de una personalidad muy audaz e inteligente, intensamente implicada en actividades de alto riesgo que al propio tiempo requerían de una sólida formación técnica, así como de un alto de nivel de discreción que le ha mantenido en un olvido aún no suficientemente despejado. 



A falta de elaborar una biografía pormenorizada del personaje, son conocidas las alusiones al carácter intrépido que demostró desde la juventud, cuando a los 12 años embarcó como polizón en un barco con destino a Colombia, de donde fue repatriado por su familia para instalarse en Madrid. Durante los estudios realizados en la capital de España puso al descubierto grandes cualidades para el conocimiento de los idiomas y del lenguaje matemático, vertientes ambas que habrían de constituir los pilares de su formación y de sus aportaciones a la criptografía, en la que, con carácter pionero, logró acreditarse como un extraordinario y eficaz especialista.

Sobre estas bases se asienta una coherente trayectoria profesional que, iniciada en la Policía madrileña, se centró posteriormente en el servicio secreto español en el Norte de África, que le condujo al aprendizaje del árabe y al establecimiento de relaciones con los servicios secretos franceses para afianzarse como alto responsable de las tareas de inteligencia durante la Segunda República española y la guerra civil.  En plena contienda (1938) conoció en Barcelona a la que habría de ser su esposa, la enfermera María Cadena, de origen oscense y fue también en ese escenario en el que tomó contacto directo con el funcionamiento de las máquinas Enigma diseñadas y utilizadas por el ejército alemán para el envío de mensajes criptados orientados a las operaciones de la Legión Cóndor. Tras la derrota de la República, huyó a Francia, donde formó parte del conjunto de españoles hacinados en los campos de concentración de Argelés-sur-Mer.




 Con la ayuda de los franceses -  gracias a la iniciativa de Gustave Bertrand que le eligió para coordinar el grupo de criptógrafos (y  mantenerle tras la IIGM en los servicios de inteligencia de Francia) -  pudo abandonar ese lugar para realizar a partir de entonces una intensa actividad que, organizada en un equipo formado por españoles, franceses y polacos, se dedicó a una tarea esencial: la reconstrucción y organización de una Oficina – Equipo D -  diseñada específicamente con el fin de descifrar los mensajes logísticos transmitidos por los nazis mediante el uso de la máquina Enigma, que constituyó un elemento esencial en la estrategia militar del ejército nazi, ya que de ella dependía el funcionamiento de todos los organismos relacionados con las actividades bélicas y de espionaje. Conviene reseñar que fue en la guerra civil española cuando por vez primera vez se utilizó Enigma a raíz de la venta al ejército franquista de varias máquinas con la intención de verificar su eficacia real.

La posibilidad de desencriptar todo ese decisivo caudal de información abrió un enorme campo de posibilidades para la actuación de los ejércitos aliados, dado el grado de eficacia alcanzado y a pesar de las vicisitudes vividas por el equipo responsable de esa función, y que obligaron a traslados –de Francia a Argelia para regresar posteriormente a Montpellier y de nuevo a África - con elevado nivel de riesgo. Mas ello no impidió mantener la continuidad del trabajo de criptoanálisis que supuso el entorpecimiento de la estrategia militar alemana, dificultando muchas de las operaciones de ataque y destrucción programadas y haciendo posible que el conflicto bélico tuviera menos duración en el tiempo. Tras la guerra, se le brindó la posibilidad de integrarse en los servicios de inteligencia de Estados Unidos, oferta que declinó para incorporarse, en cambio, al Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, con atribuciones relacionadas con España y América Latina.

Jubilado en 1968, regresó a España para instalarse en la ciudad de Jaca, donde falleció el 19 de octubre de 1982. Desde entonces, y haciendo uso de una enorme discreción sobre la experiencia vivida, su figura ha quedado difuminada, más allá de las alusiones puntuales a su obra recogidas en publicaciones dispersas y en valoraciones rigurosas como la realizada por el profesor Arturo Quirantes, profesor de Física de la Universidad de Granada.

Es Faustino Antonio Camazón un personaje digno de reconocimiento expreso en el año en que se conmemoran las cuatro décadas de su fallecimiento. Un reconocimiento que correspondería efectuar en su ciudad natal, para que deje de ser, al fin, “un tal Camazón” o” el matemático olvidado de Valladolid”. El excelente documental “Equipo D:los códigos olvidados”, realizado por Jorge Laplace y elaborado con la colaboración del historiador José Ramón Soler y de los matemáticos Manuel Vázquez Lapuente y Paz Jiménez Seral, y dado a conocer en la Semana de Cine de Valladolid 2019, aporta un argumento adicional a esta propuesta, a la que me he comprometido.

Publicado en El Norte de Castilla 18.enero.2022