sábado, 12 de noviembre de 2011

Un centenario para recordar

En el infinito paisaje invisible de su niebla, Valladolid guarda muchas figuras representativas de su pasado, figuras que, desgarradas por el tiempo y por los acontecimientos que vivieron, merecen ser recordadas. Hoy acogedora y abierta, era en las  primeras décadas del siglo XX una ciudad en la que todos se conocían, aunque la guerra civil y la etapa de silencio que la siguió hicieron que muchas relaciones antes estrechas acabaran por desaparecer. ¡Qué difícil debió resultar para esos vallisoletanos postergados mantener vivo el recuerdo de sus familiares y de sus sensibilidades heridas y destrozadas! La muerte es lo de menos, dice Sandor Marai, lo que importa es la memoria, el rechazo al olvido.


Remigio Cabello

             El Partido Socialista Obrero Español se prepara para conmemorar, a lo largo del 2011, el centenario de su presencia por primera vez en el Ayuntamiento de la capital. Tuvo lugar a raíz de las municipales de 1911, en las que Remigio Cabello, que en 1894 había fundado la Agrupación Socialista Vallisoletana, y Martín Sanz Díez, fueron elegidos por el distrito del Campillo, solo un año después de que Pablo Iglesias obtuviera su acta de diputado en las Cortes Generales. Se inicia con ellos una trayectoria de representación política en la vida municipal que concluirá trágicamente el 7 de octubre de 1937 con  el fusilamiento del último alcalde socialista republicano, Antonio García de Quintana. Supone la culminación de una etapa que se volverá a abrir, una vez recobrada la libertad, con la llegada a la alcaldía, tras las elecciones del 1 de marzo de 1979, de Tomás Rodríguez Bolaños, que tuvo que hacer frente, con limitadísimos recursos, a los numerosos problemas en los que estaba sumida una ciudad  con graves carencias de equipamientos en sus barrios periféricos, amén de la situación de deterioro y destrucción de buena parte de su centro histórico.

           En este recorrido dos figuras emergen con fuerza. Una es la de  Don Federico Landrove Moiño, catedrático de Física de la Escuela Normal, primer alcalde socialista elegido democráticamente en 1931, y  para quien la educación era la base de la profunda transformación que España iniciaba con la proclamación de la Segunda República, en un país con más donde las tres cuartas de la población era analfabeta. Landrove sería nombrado Director General de Primera Enseñanza por el ministro de Instrucción Pública, Fernando de los Ríos, responsable de que durante este periodo, en plena crisis económica mundial, el presupuesto de educación pasara de 4 a 40 millones de pesetas  de la época, lo que permitió, entre otras realizaciones, construir en España más de 7.000 escuelas.

Federico Landrove 
            
Su familia fue víctima de una brutal represión tras la rebelión militar. Confinada su esposa, María López, en Olmos de Esgueva, su hijo,  Federico Landrove Pérez, abogado del Estado con el número uno de la oposición y diputado en Cortes, sería fusilado en Valladolid, mientras era encarcelada su esposa, que había dado a luz unos meses antes. Durante mucho tiempo se desconoció la suerte de esta familia. No se sabrá hasta mediados de los cincuenta, coincidiendo con la publicación de las memorias de un militante falangista de la fracción de Manuel Hedilla que compartiría celda con él en la prisión de Segovia, y en las que  daría a conocer su muerte y las terribles condiciones de su encarcelamiento, ya  gravemente enfermo. Fue así como la familia conoció el final del primer alcalde socialista de Valladolid. Datos que, recogidos por  su nieto, Gerardo Landrove Díaz, Catedrático de Derecho Penal .en la Universidad de Murcia, fueron dados a conocer por vez primera en el Ateneo Republicano de Valladolid  en el 2006.

            De relevante ha de ser calificada también la figura de Antonio García de Quintana, el mejor alcalde de Valladolid. Tras la publicación del libro “La Hija del Alcalde “ de Carmen Cazurro García de Quintana, Catedrática de Literatura Española en la Universidad de San Juan de Puerto Rico, los vallisoletanos conocemos con precisión los hechos que condujeron al asesinato de su abuelo el 7 de Octubre de 1937, tras ser condenado en Consejo de Guerra en un  juicio sin las mínimas garantías. Un juicio infame, en el que no se dejó declarar a ningún testigo, ni siquiera al Arzobispo Remigio Gandásegui, amigo personal del Alcalde y conocedor de su inocencia, y que además se celebró, para mayor escarnio,  en el Salón de plenos del Ayuntamiento. Otra manifestación más de la historia de la infamia. 

Su obra en la ciudad fue ingente. Baste recordar que en 1931 había en Valladolid  13.500 niños entre los 6 y los 11 años de los que solo estaban escolarizados 3. 000. El objetivo del alcalde era afrontar la situación  de los 10.500 restantes. De 59 escuelas en 1931 se pasó a 127 en 1933, al tiempo que se ponía en marcha un plan de comedores escolares para atender a más de 800 niños, proporcionando ropa y calzado a 2.500. Creó el Instituto de Puericultura que, entre otras actividades, facilitaba leche pasteurizada  a los lactantes a través del programa conocido como  “La gota de leche”, experiencia pionera en España, al tiempo que se dotaron bibliotecas y parques  infantiles,  como el del Poniente.

            Estos y otros temas serán objeto de la conmemoración que, a partir del 14 de enero, servirá de homenaje a todas estas figuras del municipalismo vallisoletano, enmarcadas en las celebraciones de un centenario destinado al reconocimiento de quienes tanto aportaron a la historia de Valladolid, y cuya obra no debe ser ignorada pues aporta una valiosa lección para cuantos entienden que el pasado de la ciudad concierne a todos sin exclusiones así como para los dirigentes socialistas ante la cambiante y compleja realidad del siglo XXI.

viernes, 14 de octubre de 2011

En reconocimiento a la figura de Aurelio García Lesmes (1884-1942)

La relación entre creación artística y enseñanza aporta una perspectiva muy interesante para la valoración de las posibilidades que tiene la acción educativa cuando ambas tareas confluyen en una persona. 


De ello da fiel testimonio la figura de Aurelio García Lesmes, considerado como unos de los maestros más representativos y valiosos del paisajismo español de la primera mitad del siglo XX, que, además de una obra pictórica ampliamente reconocida y valorada, se identificó con las posiciones defensoras de la libertad y de la legitimidad republicana, lo que motivó, tras la rebelión militar de 1936, su depuración como profesor y su exilio a México, donde falleció a comienzos de los años cuarenta. 

A invitación del Consejo Escolar del Estado realicé una modesta aportación sobre lo que representaron la obra y el magisterio de ese profesor. Fue publicada en la Revista Participación Educativa (número extraordinario de 2011). De ella dejo constancia en este blog.  

jueves, 23 de junio de 2011

Don Jesús Lérida Domínguez: maestro de maestros

Con motivo del homenaje ofrecido por el IES Zorrilla de Valladolid a Don Jesús Lérida Dominguez, Catedrático de Griego, le dediqué estas palabras 


Cuando en el año 1970 llegué a Valladolid, me sorprendió la negrura de sus edificios más emblemáticos, sumidos en la espesa y agobiante niebla invernal. Hablando con mis compañeros de segundo Curso de Comunes de la Facultad de Filosofía y Letras, como Maria Dolores Cuesta Zulaica o Pascual Martínez Sopena, oí por primera vez hablar de D. Jesús Lérida; siempre se le llamaba así, con una muestra de respeto y consideración o, mejor aún, de emoción y entusiasmo, ya que, aunque nunca fue mi profesor, acudía puntualmente a sus clases de la mañana con la intención de disfrutar de sus explicaciones. Nunca me decepcionaron. Me situé  al final de aquellas amplias aulas, repletas de alumnos, y  mi sorpresa fue, cuando nada más comenzar, fijó en mí sus  brillantísimos ojos azules y me preguntó mi nombre, que no olvidaría jamás. Me levanté dispuesta a abandonar el aula, le dije que no figuraba en lista, que solo había venido a escucharle, pero él no me dejó marchar y la  clase fue un largo placer de aprendizaje.



En su etapa como Director del Instituto "Núñez de Arce", de Valladolid

 A pesar de la fragilidad de la memoria durante cuarenta años nunca he dejado de oír hablar de él a sus alumnas de bachillerato del Instituto "Núñez de Arce" de Valladolid; todas recuerdan sus enseñanzas, se saben de memoria los verbos polirrizos, es decir, los verbos irregulares en griego, recuerdan las palabras escritas día a día en la libreta de vocabulario. En su asignatura muchas veces los exámenes eran sin avisar, cada construcción sintáctica tenía una frase en griego  como ejemplo que había que aprenderse. Don Jesús Lérida era un seductor del aprendizaje, un maestro de las palabras y las frases impecables, una curiosidad sin límites, una memoria prodigiosa, gran agilidad mental, lo que provocaba una permanente emoción en el aula, capaz de transmitir una auténtica pasión por el conocimiento. No solo enseñaba griego, educaba constantemente, jamás perdió un solo  minuto, su objetivo era que cada hora, cada minuto de cada hora se aprendiera, trasmitía la pasión por el mundo clásico, por la tragedia y la comedia; era, en suma, la luz del saber en aquel mundo oscuro y mediocre. Es que las autoridades educativas son las únicas que no han oído hablar de él. 

        He conocido profesores que después de tantos años aún se siguen emocionando al pronunciar su nombre como Dolores Nieto Arteaga, Carmen Cazurro García Quintana, Elena Álvarez, Adela Lequerica,  Mª Antonia San José y muchos más. Fernando Manero le recuerda como su gran profesor de mirada penetrante y sabia, hasta el punto de considerarle como uno de los principales maestros en su formación universitaria. Hoy es su antiguo alumno, Jorge Manrique Martínez, quien, solícito, atento y generoso,  le visita a diario.



Jesús Lérida en la presentación del libro de Carmen Cazurro García Quintana - "La Hija del Alcalde" - dedicado a su madre, hija de Antonio García Quintana, el último alcalde republicano de Valladolid. IES Zorrilla de Valladolid. 3 de junio de 2010

       "Nosotros, seres finitos  con espíritu infinito, no hemos nacido más que para el dolor y la alegría y casi podría decirse  que los más distinguidos por el dolor obtienen la alegría". Esta frase de Beethoven, que un día me comentó mi amiga Dolores Nieto, me recuerda a D. Jesús Lérida, que siempre, pese al dolor, conserva la alegría. La alegría que procura una vida fecunda al servicio de la educación y a favor de un mundo mejor, admirado por sus alumnos y cuantos tuvieron la suerte de conocerle y recibir sus enseñanzas. 

Gracias, D. Jesús Lérida Domínguez, maestro único e inimitable de tantos   maestros.

Acabo de recibir la triste noticia de la muerte del Profesor Lérida. Ha fallecido en Valladolid en la tarde del viernes 9 de enero de 2015, a la edad de 90 años. Fernando y yo hemos ido a visitarle por última vez al tanatorio donde reposaba. Hemos saludado a su hijo José María y transmitido a su familia el pesar por tan triste pérdida. A la salida de la ceremonia religiosa de despedida hemos compartido con un nutrido grupo de profesores, compañeros y amigos, las sensaciones que nos unen en torno a las experiencias vividas con el maestro que ha sido de todos nosotros. Mientras comentábamos estas experiencias, Dolores Nieto nos ha recitado de corrido los verbos polirrizos del griego, como si acabara de salir de una clase de Lérida.  Un emotivo homenaje a su memoria. Personalmente, siento mucho la noticia, que me ha dejado tan desolada como repleta de recuerdos, todos ellos inolvidables. Siempre tendremos presente su legado intelectual, su bondad y su voz inconfundible. Descanse en paz. 

viernes, 17 de junio de 2011

A los alumnos que se van

Éstas fueron las palabras que dirigí a los alumnos y a las alumnas que, al finalizar sus estudios, dejaron las aulas del IES Zorrilla de Valladolid en una fecha para mí muy memorable. Fue, en cierto modo, mi última clase. 





Quiero comenzar agradeciendo a Carlos Duque, nuestro Director, que haya pensado en mí para dirigiros unas palabras de despedida de este que ha sido, es y será, vuestro Instituto Zorrilla. Y lo agradezco sinceramente porque vosotros representáis la suma de esfuerzos de la labor docente. Sois el resultado del trabajo de todos los profesores y profesoras que desde la etapa preescolar han tratado de colaborar con vuestras familias en el desarrollo de vuestra formación, vuestra educación y vuestra personalidad. Reunís la labor, el trabajo y el esfuerzo de todos ellos y de la Instituciones educativas que os consideran su mejor valor. Hoy les represento y quiero, en nombre de todos, dirigiros ”unas palabras", pues eso fue lo que  Carlos me dijo. Unas palabras destinadas a evocar los seis años que, al menos, habéis pasado en el Centro.

Pensando en el reto que ello supone, descubrí que las palabras tienen mucha importancia, son la materia prima del trabajo en la educación, que no es otra cosa que comunicación de ideas y saberes  nuestro trabajo hecho con palabras que como decía Miguel de Unamuno: “Las palabras, como las emociones, nacen de una fuente remota del saber colectivo, son cosa vivida, pues  mis palabras castellanas tienen más de mil años". Y es que antes de que cualquiera de nosotros pronuncie o escriba una palabra conviene recordar que fue escrita por centenares  de maestros del idioma.

Somos herederos de algo sagrado, un intento humano por aprender la realidad, dice el poeta Luis Rosales  que las palabras son el único acontecimiento verdaderamente democrático que ha inventado esta especie desconsolada, el lenguaje que nos une. Y es a través  de las palabras como se teje día a día la educación. Que tiene como fin favorecer el desarrollo humano que no es otra cosa que el desarrollo de las sociedades desde los  principios de libertad, igualdad de oportunidades y respeto a los seres humanos, los principios de la educación pública que no debéis olvidar. Una educación pública que debe basarse en la pluralidad de la mirada. Sostiene Hanna Arendt que una idea simple y repetitiva es el principio del autoritarismo. De ahí la pluralidad necesaria para lograr unos resultados competentes, competencia entendida como preparación de calidad, no como exclusión ese es el objetivo final de la educación pública y eso es lo que sois vosotros : personas competentes.

Quiero en primer lugar pediros disculpas por nuestros errores, por todas las equivocaciones que podamos haber tenido, por esos momentos de tensión que sin duda habéis pasado dentro de las aulas,  en las clases, en los exámenes, en los pasillos  en el gimnasio o en el polideportivo recién estrenado, en los laboratorios o en la Jefatura de Estudios.  Pero tenéis que saber que desde la diversidad de materias que os hemos impartido desde esas distintas actitudes o puntos de vista, está una enseñanza concebida como el único camino para la modernidad del país. Frente al conformismo, la intolerancia o el embrutecimiento propios de la sociedad de consumo desmesurado, la enseñanza se plantea la toma de conciencia de un futuro posible que sea solidario, abierto, humano y creativo.

De una sociedad sustentada sobre lo público, tanto en el espacio físico - la ciudad  en la que vivimos o el Instituto que hoy nos acoge - como en nuestro quehacer diario a favor de lo público,  concebido como servicio a los ciudadanos y como única garantía de la igualdad de oportunidades, que recoge nuestra Constitución y tiene en la enseñanza pública una de sus principales garantías. Y es que, en palabras de Emilio Lledó, que también diera clase en estas aulas, “lo público es uno de los grandes descubrimientos de la  democracia". Los seres humanos somos esencialmente seres sociales y lo público es el lugar de la manifestación de la solidaridad, lograrlo es el papel de la enseñanza.

El triunfo de la inteligencia personal es la felicidad, el triunfo de la inteligencia social es la justicia, ya que, en palabras de Haus Kelsen, “la búsqueda de la justicia es la eterna búsqueda de la felicidad humana“. Euna felicidad que el hombre no puede encontrar por sí mismo y ha de buscarla en sociedad, hemos de realizar nuestros proyectos más íntimos como el de ser feliz, integrándolos en proyectos colectivos y compartidos. Todo fracaso de la inteligencia entraña desdicha, y así como la desdicha privada es el dolor, la desdicha pública es la injusticia, lo que justifica la importancia del conocimiento, pues es el poder del conocimiento lo que ha salvado más vidas  humanas a lo largo de la historia. Son las ideas las que han cambiado el mundo.

Si desaparece la ilusión por lo social, por lo colectivo y la educación no sabe poner freno a esa agresividad latente que anida en todas partes, a ese consumo  que aísla a la vez que satisface, entonces el hombre sociable  no tendrá ya futuro y así la enseñanza debe entenderse como esa tensión continua por ajustarse a unos proyectos viables de justicia, solidaridad, eficacia y libertad. Y hoy en cada uno de vosotros se han cumplido todos nuestros objetivos.

El primero prepararos para los estudios superiores que ahora muchos vais a iniciar, dándoos las bases firmes para asentar vuestro trabajo, el trabajo de la razón humana, que tiene, como decía  Kant “ el destino peculiar de plantearse de modo permanente problemas que no puede resolver, porque sobrepasan sus posibilidades, pero que no puede dejar de plantearse porque están metidos en el corazón de su propio ser“. Por eso la ciencia sigue viva y el futuro os pertenece. Estamos obligados  a viajar hacia el futuro, eso es lo único cierto en nuestras vidas, el incierto porvenir, el futuro distante. 

Y para los que, finalizados los estudios, os integráis ya en la vida activa, en el mundo del trabajo, esperamos haber contribuido  a satisfacer vuestras aspiraciones y a que esta integración se realice en el marco del trabajo en equipo, cuyo resultado final es el éxito profesional de un colectivo humano: la sociedad que en su conjunto, se beneficia del esfuerzo de todos. Y para los que aún os espera septiembre , quiero deciros que eso es algo por lo que muchos hemos pasado con temor, pero con la certeza de que a la luz del tiempo, no representó nada en nuestras vidas, salvo un último esfuerzo por lograr nuestra meta.

Nuestro segundo objetivo en esta etapa de la enseñanza es prepararos para la vida, desarrollar vuestra personalidad, muchos habéis  pasado aquí 6 años, entre los 12 y los 18 años. Como ha señalado  Muñoz Molina : “ es en el Instituto donde uno empieza a ser adulto, ya sin la protección familiar, a disfrutar de la autonomía personal y a cobrar conciencia de sus responsabilidades”. Y esa tarea no resulta nada fácil. Ya que es en esta edad de la adolescencia y la  primera juventud  cuando uno descubre la necesidad de abrirse camino por sí mismo, de labrarse un provenir, como se decía antes. Es esa edad difícil cuando se percibe que los padres no lo pueden resolver todo y que el futuro le pertenece a cada uno. 

Pero cuando comienza ese largo y difícil camino del esfuerzo personal y de la dura realidad encontramos  cuatro aspectos que os caracterizan en estos años y que son vuestra fuerza para el camino:

 -La belleza que da la juventud y el saberse seguro de sí mismos
- el descubrimiento del amor , que no es otra cosa , que el secreto de la felicidad compartida.
- la  amistad, infinita, insobornable  y generosa
- ese hondo sentido de la justicia que plasmáis en cada gesto.

Quiero daros las gracias por compartir vuestra juventud  con nosotros, por vuestro esfuerzo, respeto , atención y rigor, por vuestra paciencia hora tras hora y porque el contacto con vosotros nos hace sentirnos más jóvenes, mantener por más tiempo  los nobles impulsos de la juventud, lo que, a veces, los años nos arrebatan en brazos de la madurez.

Y ahora, en una segunda parte, deseo daros algunos consejos, con un único fin: que cada uno de vosotros seáis felices en el papel que os depare el porvenir, el futuro se os presenta variado, diverso, lleno de incertidumbre, donde el azar también será un elemento a tener en cuenta. Os advierto que la felicidad no es fácil de lograr, pero a mí personalmente me han servido. Solo como producto de mi experiencia personal os los trasmito, para que poco a poco vayan penetrando en vuestro corazón y los valoréis más a medida que pase el tiempo.

- Que  nunca nadie  os haga dudar de vuestra capacidad, porque habéis de saber que con esfuerzo y constancia podréis alcanzar todas las metas planteadas. Vuestro patrimonio, lo que sois y lo que seréis, es lo que tengáis en la cabeza y eso nunca nada ni nadie os lo podrá  arrebatar. Tenéis una excelente preparación capaz de enfrentarse y resolver los problemas, nunca dudéis de vosotros mismo y de vuestro esfuerzo para alcanzar lo deseado 

- Pertenece a uno de los filósofos  que con más lucidez han visto los problemas de nuestro  mundo actual ; B. Russell, no he logrado encontrar la cita exacta de sus palabras , pero su pensamiento nunca podré  olvidarlo : “ que seáis fuertes con los fuertes y débiles y generosos con los débiles”, no es una tarea fácil, lo fácil es lo contrario, pero os dará la felicidad. El trabajo honesto y la defensa de los principios de la ética, en vuestras relaciones humanas y laborales os mantendrá fuertes para siempre.

- Que descubráis cuanto antes que la felicidad está en vosotros mismos y en las personas que os rodean, que la felicidad no está en las cosas, porque las cosas no pueden quereros , solo pueden querernos las personas, que os rodeéis de personas y que sepáis que  no es necesario acaparar riquezas, puestos, honores, que no ambicionéis lo banal sino lo profundo.

           
La  felicidad es patrimonio de la mente humana, de su capacidad de ser y de sentir, y es aquí , en el ser y en el sentir donde está la felicidad. Se es lo que uno sabe, lo que somos capaces de aprender y una vez aprendido hacerlo nuestro para siempre y difundirlo a los demás. Y para que lo recordéis siempre os recitaré un poema de Tomás Salvador que así lo refleja

            Que te baste la sola
            Presencia de los seres, el prado, unos pasos.
            La imaginaria línea recta que desciende
            Por la ladera  al valle ,
            Todo lo que abarca la vista y sin emoción
            Desciende, el vuelo tan silencios de los pájaros.
            La manada dispersa
            E inmóvil como si abrevara en medio de un río
Oculta permanece la razón de las cosas
 El sendero se pierde
            Entre los helechos y la víbora se esconde.
            Reúne para dormir la sombra de las matas.
                                                                            
                                              

¿Qué hacer en los momentos más duros?  En esos  en los que incluso las personas, nuestros padres, amigos, profesores, nos abandonan, cuando nos sentimos solos, esos momentos que todos hemos tenido alguna vez. Ese es el momento de acudir a los libros que reflejan todos los sentimientos del ser humano, de acudir a la música y a toda la plasmación del arte y la creatividad humana. Es el momento de acudir a esos de nosotros que  nos contemplan desde el pasado explicándonos el porvenir. Porque los libros no nos abandonan nunca ni siquiera en los momentos más difíciles, los libros que se aprenden en la formación de la adolescencia, en la enseñanza secundaria cuando el sentimiento es más fuerte, nunca podremos olvidarlos. 

Por eso, y para que os ayude en el futuro,  hago mío este poema de José Agustín Goitysolo y os lo entrego porque siempre estará a vuestro alcance, "esperando - como escribió Gustavo Adolfo Bécquer - la mano de nieve que sepa arrancarlo”

Tu no puedes volver atrás
Porque la vida allá te empuja 
Como un aullido  interminable.
Te sentirás acorralada, te sentirás perdida o sola
Tal vez querrás no haber nacido 
Pero  tu siempre acuérdate 
De lo que un día yo escribí pensando en ti,
Pensando en ti como ahora pienso
La vida es bella ya verás
Tendrás amigos tendrás  amor
Un hombre solo una mujer
Así tomados de uno en uno , son como polvo, no son nada
Por eso siempre acuérdate  de lo que un día yo escribí  pensando en ti
Pensando en ti como ahora pienso

Espero que todos, alumnos y alumnas que me escucháis, todos, los atentos, los despistados, los elegantes, los descuidados,  rubios,  morenos o pelirrojos,  delgados, gordos,  altos,  bajos,  currantes, vagos,  apasionados, reflexivos, los tímidos y los atrevidos , todos y todas  hayáis encontrado vuestro sitio en el Instituto y espero que dejéis para siempre aquí vuestra huella para  que los que vengan después puedan  encontrar vuestras mejores cualidades  y  desarrollar su personalidad y enriquecerla, como hemos hecho todos con las enseñanzas del pasado. ¡ Cuidado, chicos, si tenéis que mirar al hombre del tiempo para saber de qué lado viene el viento! ¡Cuidado con los huracanes que soplan ahí,  fuera de la valla!
           
Para finalizar quisiera deciros que casi siempre los adultos somos capaces de sobrevivir a todo porque utilizamos el paso del tiempo y el recuerdo para hacernos trampas y al final recordamos del pasado solo los mejores momentos, es decir solo los buenos, esos momentos en que lo vivido  aparece de nuevo como si volviéramos a sentirlo y , no es menos cierto que se desvanecen  como el humo muchas cosas que en el presente agitan el corazón. Por esa razón espero que volváis por aquí, por vuestro Instituto; en él siempre seréis bien recibidos, bajo estos gruesos muros aprendisteis muchas cosas e iniciasteis el camino  más importante de vuestras   vidas: el camino del adulto. Volved, cuando gustéis, a este Centro de enseñanza pública,  que es eterno y  sobrevive al que lo mira, y tened en cuenta, como bien ha advertido Julio Llamazares, que no es menos cierto que  a veces de nada sirve regresar a los orígenes, ya que, aunque los paisajes permanecen inmutables,  ¡una mirada jamás se repite!
 


jueves, 19 de mayo de 2011

Los mensajes de Pablo Ransa




Pablo Ransa nos devuelve el poder, el poder de la mente, nos abre a otros caminos inesperados que traslucen el pensamiento efímero, fugaz y a la vez lento, el recorrido sin reposo del pensar imparable. Ante el viento y la mirada del tiempo nos circunscribe a un espacio lejano, que en realidad es nuestro propio espacio, sin principio ni fin, abierto y cerrado al infinito paisaje del roquedo o del mar o de las nubes. Nos muestra un espacio abierto a la mirada perdida y a la hermosura primigenia de la musa, de esa "vendedora de sueños", impasible ante el artista que se muestra sediento  de horizontes interminables,  encabalgados  en el laberinto unas veces trasparente y otras más espeso y traslúcido, mas en cualquier caso lejano, pasajero y enfrentado al presente, a la belleza del paisaje y a la incomprensible complejidad de nosotros mismos. 

Sola, necesariamente sola, la belleza de los cuadros de Ransa aparece ante nosotros. Las figuras atrapadas en la red que enreda el espacio, ese espacio del “ destino equivocado” que nos lleva sin remedio al “final del paraíso“, a la soledad del ”pirata“ en el mar infinito, poblado de ciudades oscuras que emergen, mientras la niebla azul que envuelve “lo intangible“ nos llena de esperanza ante la efímera despedida del visitante. 


jueves, 12 de mayo de 2011

La excelencia en la escuela: una oportunidad para todos

Siempre será la educación un tema polémico y abierto a la controversia. Por más que se consigan avances importantes en su aplicación y los resultados ofrecidos merezcan un reconocimiento homologable internacionalmente, aún se verá aquejada de problemas e insuficiencias que sólo la decisión política se encargará de corregir o mitigar si realmente existe decidida voluntad para ello. Ahora bien, si la educación adolece de problemas estructurales que son consustanciales a los de la propia sociedad, no es menos evidente que constituye, junto con la atención sanitaria, uno de los pilares esenciales del desarrollo y la cohesión social. De ahí que no quepa entender la política educativa en el marco de la pretendida dicotomía que a menudo se plantea entre libertad e igualdad, concibiéndolas como dos nociones antitéticas que, referidas al ámbito específico de la educación, se utilizan como argumentos justificativos de las medidas de exclusión o discriminación en lo que constituye un derecho fundamental del ciudadano. Bastaría remitirse a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece las premisas en las que se sustenta el funcionamiento de la sociedad contemporánea, para darse cuenta de lo que ese derecho significa. No en vano a él se atribuye (Art. 26) “el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales”.

Consagrado de esta manera, carece de sentido entenderlo como un campo de confrontación entre la libertad y la igualdad, a no ser que se conciba la libertad de forma reduccionista y se entienda como tal el conjunto de medidas que anteponen el privilegio a la preservación de un derecho básico, que de ese modo quedaría lesionado o, en todo caso, circunscrito a la defensa de situaciones que poco o nada tienen que ver con lo que en teoría representa una de las mayores conquistas de la sociedad tras la Segunda Guerra Mundial. En esta idea insiste claramente Tony Judt en su excelente “Postguerra” (Taurus, 2010 ) donde demuestra hasta qué punto la universalización del derecho a la instrucción básica, sin que supusiera menoscabo de la defensa de la libertad, representa uno de los baluartes esenciales de la recuperación europea.

Cuando estas reflexiones vienen respaldadas por la experiencia directa sobre cómo funciona el sistema educativo, resultan convincentes las consideraciones que apuntan en el sentido de que establecer mecanismos de segregación en la Enseñanza Secundaria basados en la determinación de la excelencia a edades tempranas se muestra, en el fondo y en la forma, como una medida rígida que obstaculiza las posibilidades del proceso formativo en el que se encuentra el alumno en una etapa decisiva de su vida personal e intelectual.

En el proceso de aprendizaje se dan múltiples circunstancias que lo hacen complejo y, por tanto, necesitado de cautelas que eviten los riesgos en que se pudiera incurrir. En una misma clase, y a partir de la explicación de un mismo profesor, cada alumno aprende de un modo específico en función de su inteligencia, de sus actitudes y de la relación con su entorno, lo que hace que en la experiencia cotidiana todos aprendamos de todos, incluido el profesor, que también enriquece su perspectiva con la que le proporciona sentirse partícipe de una dinámica de interacciones permanentes y de sensibilidades en formación. En ese escenario de diversidad e igualdad de oportunidades – he ahí la dimensión del concepto de igualdad que se preconiza -  es obvio que un alumno excelente siempre desarrolla su capacidad, demuestra sus cualidades y, lo que es más importante, puede permitir que otros mejoren a su alrededor. Con palabras elocuentes, emanadas de la experiencia personal, lo ha expresado Renzo Piano,  Premio Pritzker de Arquitectura,  cuando en una entrevista afirmó:  No se me daba muy bien la escuela. Esto me ha permitido crecer con la idea de que tenia que aprender de los otros. Los empollones se forman pensando que son superiores y acaban siendo arrogantes. Yo tenía la sensación inversa”.

Y es que en realidad la capacidad de aprender es permanente en la persona, lo que puede llevarle a alcanzar la excelencia mientras el proceso no se interrumpa y  la labor del profesor haga posible el descubrimiento de cualidades latentes como responsable de un grupo intelectualmente plural, donde las capacidades aún distan mucho de haberse desplegado por completo. De esto todos tenemos ejemplos. De ahí la dificultad de captar o definir la excelencia en un momento en el que la vida intelectual ofrece potencialmente aún un largo recorrido. 

Hacerlo sobre la base de criterios preconcebidos y susceptibles de error puede provocar, a mi modo de ver, dos situaciones contradictorias y preocupantes. Por un lado, ungido como excelente un alumno en plena adolescencia, este reconocimiento selectivo podría repercutir en una situación real de freno al desarrollo de sus capacidades, al considerar que ha alcanzado el culmen de ellas, hasta mostrarse propenso a ese riesgo que tan bien describiera Lope de Vega al señalar que “con viento mi esperanza navegaba, perdonóla el mar, matóla el puerto”. Y, por otro, surge inevitable una pregunta: ¿cuántos alumnos de calidad perderíamos al sentirse interrumpidos en su proceso de formación camino de la posible excelencia cuando ya los derroteros de la vida le aboquen a la integración plena en la sociedad? En la educación todo es complejo y todo mejorable, excepto la exclusión  temprana, que puede llegar a ser irreversible, aspecto certeramente apuntado por Ortega y Gasset en su alusión a que “la vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a nada”.