Dediqué este poema a Julio Valdeón Baruque tras su fallecimiento. Fue incluido en la obra de homenaje - "La profundidad del tiempo" - publicada con tal fin por la Editorial Ámbito en 2010
En la soledad del tiempo y el
espacio
Mirarte sin verte y oírte sin
que pronuncies palabra
Escucharte en silencio,
recordar el pasado, valorar los múltiples reencuentros
Desde la primera juventud nos
deslumbraste,
nos hiciste tus amigos a los
que sólo confiábamos en conocerte
Conversador infatigable, de
espíritu dialéctico
Siempre atento a todos los
sucesos del mundo, de la vida, de las gentes de tu vida
Hablar de todo, menos hablar de
ti
Interesarte por todos, sin
interesarte por ti
Conocimos tu perseverancia, tu
trabajo infatigable
Tu falta de habilidad con los objetos cotidianos
Ese torpe aliño que Maria
Elena, tu imprescindible compañera,
suplía con acierto hasta hacer de ti un caballero
andante,
un hombre elegante de mil
hazañas y andaduras
Interminables en esta tu
Castilla natal, en esta España que aspirabas a mejorar
El deseo, la ilusión, el empeño
por un nuevo mundo posible,
sin desigualdades, en pos de la justicia.
Tu fuerza valerosa en tiempos difíciles
Palabras y libros fueron tus
herramientas de trabajo
Son las que has dejado
dispersas por casas, bibliotecas y Universidades del mundo
Al final lo tuviste siempre
claro:
verba volant, scripta manent.